–Segunda
Parte-
Todos aspectos planteados en la -primera parte- son retos
actuales y de urgencia si, como se ha dicho, se acepta la idea de que la
relación entre docente y universidad va más allá de una relación contractual,
esto es, de acuerdo laboral, y se acepta la premisa que entre universidad y
docentes existe una interdependencia de mutua relación.
En cuanto a los retos formativos del docente, a juicio
particular, deben pasar inicialmente por la mejora salarial del docente en
función de sus méritos académicos. No obstante, para que esta idea progrese en
República Dominicana, el mismo sistema universitario debe asegurar a los
docentes, como al público en general, programas de formación de calidad que se
centren en la investigación y en una actualización científica cabal, a través
de la mejora de sus programas de postgrado y, en especial, con la fundación de
programas de doctorado dominicanos inexistentes hasta hoy.
Además, estos esfuerzos pueden conjugarse efectivamente
si se crea un área curricular sobre didáctica general en la formación
universitaria para todos los egresados así como programas de complementación
pedagógica para los que necesiten reforzar esta competencia en el ejercicio de
su actividad docente. Junto a estos retos, impostergables, se deben incorporar
las nuevas tecnologías, considerándolas más que materialeseducativos, elementos
de mediación de información y mecanismo para la construcción de redes
científicas a nivel internacional.
Generalizando, luego de constatar la profunda imbricación
con los cambios del propio sistema universitario y con los procesos de
formación de la propia cultura nacional, no se puede dejar de afirmar que la
situación docente no hace más que evidenciar el malestar educativo que ha
caracterizado -y caracteriza aún- a la universidad dominicana. No obstante,
quedan retos e iniciativas que hay que priorizar y ejecutar con prontitud,
buscando, en lo posible, integrarlas al plano de las decisiones nacionales que
se destaquen por gestionar la universidad desde una comprensión de calidad.
Abandonar al docente ante este reto global y cualitativo, es descuidar una de
sus principales fuerzas. Hay que ver, por tanto, al ejercicio docente como un
campo de la realización personal dentro de la óptica de la excelencia
universitaria.
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