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viernes, 20 de julio de 2012

La UASD y el Movimiento Renovador Universitario:






Otra manera de hacer las cosas…

Luego de la caída del régimen trujillista en 1961, el país sintió que se abrían las puertas de la libertad para la reorganización de la nación; no obstante, el camino no fue fácil, estuvo lleno de altibajos, pero, en definitiva, supuso un despertar sin precedentes para la Educación Superior Dominicana cuando se consolidó el Movimiento Renovador Universitario, un remanente social e ideológico directo de la guerra de abril del 1965. Como lo califica Jacobo Moquete: “El Movimiento Renovador Universitario (MRU), una de las reformas educativas de mayores amplitud y profundidad en la Historia de la Educación Dominicana”.
Bajo esta nueva visión, en septiembre del 1965 se celebraron dos Asambleas de la Familia Universitaria de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) donde participaron un gran número de profesores y empleados, así como los grupos estudiantiles organizados en sus diversas representaciones, dando origen formal al denominado Movimiento Renovador Universitario. En la primera asamblea, celebrada el 16 de septiembre, la comunidad universitaria reunida en la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales decidió inaugurar este proceso designando a un nuevo conjunto de autoridades encabezadas por el Ing. Andrés María Aybar Nicolás como rector transitorio. En la segunda reunión, convocada el 25 de septiembre, las nuevas autoridades toman posesión de sus cargos en la nueva asamblea universitaria, iniciándose así el cambio en la UASD. Con estas acciones creó un nuevo orden académico gracias a la instauración del Consejo Universitario Provisional (CUP) cuyas acciones inmediatas fueron salvar el año académico casi perdido tras la invasión. Planteado así, el CUP aprueba lineamientos generales de la reforma, los cuales fueron redactados por una Comisión presidida por el Dr. Tirso Mejía Ricart fijando las grandes metas de la nueva universidad.
Las metas consignadas en el Estatuto Orgánico de 1966 para el logro de los nuevos fines de la universidad, se consagran en su Artículo 6. Con la nueva organización estudiantil, la Federación de Estudiantes Dominicanos –cuyo antecedente fue la Asociación Nacional de Estudiantes Universitarios (ANEU) fundada en 1928.
Entre los líderes estudiantiles más destacados a Amín Abel Hasbún, el árabe, y Narciso González, que junto a Carlos Doré Cabral, fueron activistas de la conciencia universitaria en la búsqueda de la autonomía. Las mujeres también hicieron notar su presencia en los procesos de cambio. Como muestra, se destacan los nombres de Brunilda Amaral, Teresa Espaillat y Josefina Lora Iglesias (Piki).
El perfil de los estudiantes universitarios dominicanos antes y durante el Movimiento Renovador Universitario fue académico y político.Como señala Antonio Sánchez: “los representantes de los estudiantes ante los organismos de dirección de la Federación de Estudiantes Dominicanos (FED) fueron, además de líderes carismáticos, eran excelentes estudiantes”.

Hoy, estos hechos son mirados a la distancia como ejemplo de compromiso universitario con la sociedad, pues es en la universidad donde se encuentran los líderes del mañana.
A continuación se resumen los principales avances de este período concreto:
                     -  Desarrollo de nuevas corrientes como la historiográfica y la pedagógica.
                     -  La idea de universidad como comunidad de profesores, alumnos y empleados que trabajan para el desarrollo nacional.
                     -  La necesidad de plantear una reforma curricular universitaria.
                     -  El mejoramiento de un sistema de gestión universitaria.
                     -  La compresión de que la universidad no debe estar más desarraigada de su entorno socio-cultural y económico.
                     -  El despertar de una conciencia por mejorar y defender la soberanía nacional y la justicia social con las herramientas del saber.
El desarrollo del co- gobierno fue medio y fin para reconocer la nueva imagen de una universidad que le daba la espalda al trujillismo y, permitía un desarrollo considerable en materia universitaria que hoy, todos recuerdan y que muchos desean que se extienda a la actual gestión universitaria de nuestra UASD. Esto necesita de otro proceso, donde, no cabe duda de que la participación académica del estudiante universitario del Siglo XXI, es más que fundamental.

viernes, 6 de julio de 2012

Los retos docentes de cara al porvenir



–Segunda Parte-

Todos aspectos planteados en la -primera parte- son retos actuales y de urgencia si, como se ha dicho, se acepta la idea de que la relación entre docente y universidad va más allá de una relación contractual, esto es, de acuerdo laboral, y se acepta la premisa que entre universidad y docentes existe una interdependencia de mutua relación.
En cuanto a los retos formativos del docente, a juicio particular, deben pasar inicialmente por la mejora salarial del docente en función de sus méritos académicos. No obstante, para que esta idea progrese en República Dominicana, el mismo sistema universitario debe asegurar a los docentes, como al público en general, programas de formación de calidad que se centren en la investigación y en una actualización científica cabal, a través de la mejora de sus programas de postgrado y, en especial, con la fundación de programas de doctorado dominicanos inexistentes hasta hoy.
Además, estos esfuerzos pueden conjugarse efectivamente si se crea un área curricular sobre didáctica general en la formación universitaria para todos los egresados así como programas de complementación pedagógica para los que necesiten reforzar esta competencia en el ejercicio de su actividad docente. Junto a estos retos, impostergables, se deben incorporar las nuevas tecnologías, considerándolas más que materialeseducativos, elementos de mediación de información y mecanismo para la construcción de redes científicas a nivel internacional.
Generalizando, luego de constatar la profunda imbricación con los cambios del propio sistema universitario y con los procesos de formación de la propia cultura nacional, no se puede dejar de afirmar que la situación docente no hace más que evidenciar el malestar educativo que ha caracterizado -y caracteriza aún- a la universidad dominicana. No obstante, quedan retos e iniciativas que hay que priorizar y ejecutar con prontitud, buscando, en lo posible, integrarlas al plano de las decisiones nacionales que se destaquen por gestionar la universidad desde una comprensión de calidad. Abandonar al docente ante este reto global y cualitativo, es descuidar una de sus principales fuerzas. Hay que ver, por tanto, al ejercicio docente como un campo de la realización personal dentro de la óptica de la excelencia universitaria.


viernes, 29 de junio de 2012

Los retos docentes de cara al porvenir




-Primera Parte-

El principal reto del docente dominicano es su formación permanente, este es, uno de los mayores desafíos que tiene el docente universitario –en cualquier otro nivel y en cualquier parte del mundo- es la consolidación y su permanente formación. Esta tendencia también es destacada en el Informe Delors –manifiesto en el capítulo: “El personal docente en busca de nuevas perspectivas”-, al señalar que si se quiere potenciar los esfuerzos desplegados en todas las áreas relacionadas con el quehacer educativo y lograr la calidad que necesita actualmente la educación en general, el docente –en acuerdo con las diversas instituciones educativas-, tiene que asumir una serie de responsabilidades para con la futura sociedad en por lo menos cuatro aspectos claves que afectan su adecuada actividad: la contratación, la formación inicial, la selección y la formación permanente. Como se ve, dos de estos puntos claves están comprometidos con su formación.
Existe, pues, la convicción mundial y unánime que mejorar la situación deficitaria de la educación implica superar el estancamiento en que se haya la formación del docente. Consecuentemente, si toda mejora sustancial de la calidad de la educación pasa por el filtro de los agentes educativos, donde la actividad docente se manifiesta como el punto de articulación donde se apoyan los cambios, su formación pasa a ser una exigencia sustancial –no coyuntural- del sistema educativo en general. Vista así, la calificación del personal docente, de acuerdo a la Conferencia Internacional de Educación de 1996 expuesta por John Fielden, se entronca en las siguientes recomendaciones que el Sistema Educativo Universitario debe optimizar:

1.                Formación inicial: mejorar la articulación de la formación inicial con las exigencias de una actividad profesional innovadora.
2.                Formación en el servicio: derecho, pero también obligación de todo el personal educativo.
3.                Participación de los docentes y otros agentes en el proceso de transformación de la educación: autonomía y responsabilidad.
4.                Los docentes y los actores asociados en el proceso educativo: la educación, responsabilidad de todos.
5.                Las nuevas tecnologías de la información y la comunicación: al servicio del mejoramiento de la calidad de la educación para todos.
6.                La promoción del profesionalismo como estrategia para mejorar la situación y las condiciones de trabajo de los docentes.
7.                Solidaridad con los docentes que trabajan en situaciones difíciles.
8.                La cooperación regional e internacional: un instrumento para promover la 
movilidad y la competencia de los docentes.
En esta línea y en el contexto dominicano hay quienes ya han observado la atención de la formación como el elemento para superar el problema de la baja formación pedagógica y científica de los profesores, y que ellos mismos reconocen como grave. Entre estas medidas, según el estudio realizado por Pablo Rodríguez y Manuel Herasme, la optimización de las competencias pedagógicas y científicas para académicos, la creación de educación continua para docentes en educación superior, la actualización constante y la movilidad interna y externa del personal docente, el incremento de los requisitos para ejercer la enseñanza en el ámbito universitario privado, especialmente, la creación de mecanismos de intercambio entre las Instituciones de Educación Superior para aprovechar las ofertas de capacitación y la delimitación de mecanismos de auditoría y de regulación del personal docente... 


Por: Dra. Lily Rodríguez

miércoles, 20 de junio de 2012

La movilidad del docente universitario dominicano




La movilidad académica por parte de los docentes dominicanos lleva directamente a pensar en sus vínculos formativos, organizacionales y culturales con otros contextos fuera del país. Como tales, históricamente se pueden identificar en este último medio siglo dos episodios en que la universidad dominicana se ha visto enriquecida con la movilidad de docentes. El primero se produjo por el desplazamiento –forzado- de una serie de profesionales en la década del 40 como consecuencia de la guerra civil española. El segundo episodio se refiere al establecimiento del Nazismo en Alemania; lo que motivó que un pequeño contingente de refugiados judíos entrara al país. Por estos acontecimientos, ingresan –principalmente- a la República Dominicana un grupo de académicos que desarrollaron actividades docentes sobre todo en la Universidad Autónoma de Santo Domingo.
Entre los más distinguidos de este hecho se destacan los profesores: Carlos Dobal, Profesor Joseph Lawden, Flavio Espinal, quienes inauguraron e impulsaron, a través de su actividad en diversos institutos superiores especializados en áreas tan diversas como la antropología, botánica, relaciones internacionales, geografía, geología, sismología, periodismo y derecho comparado, la ciencia y las humanidades en República Dominicana.
Hoy, esta movilidad es en doble sentido, hacía afuera y hacia adentro; y no sólo a nivel docente. Gracias al proceso de internacionalización de la educación superior en el país, se está experimentando en el Sistema Educativo Superior Nacional –todavía sin el empuje de los programas INTERCAMPUS o ERASMUS, por ejemplo- un proceso de intercambio de profesores y alumnos dominicanos con sus similares de otras universidades del mundo, así como la movilidad de docentes extranjeros a la universidad dominicana, eso sí de forma esporádica, y en especial, a nivel de doctorado, para brindar cátedra en algunos de los programas con los que las universidades dominicanas mantienen convenios de colaboración.
Reconociendo el panorama actual, se deben perfilar algunos de los retos que el colectivo de docentes dominicanos debe asumir para mejorar su actual condición. Para ello, es necesario reconocer la siguiente situación: tanto la universidad, como el estudiante y el docente universitario dominicano tendrán que desarrollar sus actividades en un contexto nacional e internacional marcado por las siguientes características:
·       Un incremento acelerado y un cambio vertiginoso en las formas que adopta la comunidad social, el conocimiento científico y en los productos del pensamiento, la cultura y el arte.
·       Una evolución acelerada de la sociedad en sus estructuras materiales, institucionales y formas de organización de la convivencia, modelos de familia, de producción y de distribución, que se reflejan en el cambio inevitable de las actuales formas de pensar, sentir y actuar de las nuevas organizaciones.
·       Unos contextos sociales que condicionarán la educación y reflejarán una serie de fuerzas de conflicto los vertiginosos cambios de los medios de comunicación y tecnológicos han ido acompañados por profundas transformaciones en la vida institucional de muchas organizaciones y ha puesto en crisis la transmisión del conocimiento y, por tanto, también a sus instituciones.
·       Un análisis de la educación que ya no se la considera patrimonio exclusivo de los docentes, sino de toda la comunidad y de los medios que ésta dispone, estableciendo nuevos modelos relacionales y participativos en la práctica de la educación.
En este sentido, asumiendo que la movilidad del docente dominicano es de un importantísimo valor no sólo para su experiencia personal, sino para su rol de formador e investigador, se puede destacar que en estos últimos años el sistema superior dominicano ha experimentado un acusado avance. No obstante la presencia de esta movilidad externa e interna con fines de obtención de titulaciones de parte de docentes dominicanos, por ejemplo de doctorado, la universidad dominicana no se define aún por ser un proveedor internacional de docentes, como tampoco un punto de referencia académica para otras universidades del mundo para atraer profesores y alumnos. Sobre esto falta mucho por hacer a nivel interno en República Dominicana.

Por: Dra. Lily Rodríguez

sábado, 19 de mayo de 2012

Renovación Docente Parte II




“La competencia pedagógica del docente universitario”

Si partimos de la concepción de competencias pedagógicas asignadas como propias al quehacer del docente universitario, entre ellas se pueden destacar diez, según señala Miguel Zabalza, que tienen relación con las siguientes actividades: planificar el proceso de enseñanza-aprendizaje, seleccionar y preparar los contenidos disciplinares, ofrecer información y explicaciones comprensibles y bien organizadas, manejo de las nuevas tecnologías, diseñar la metodología y organizar las actividades de aprendizaje, comunicarse-relacionarse con los alumnos, tutorizar, evaluar, reflexionar e investigar sobre la enseñanza y, finalmente, identificarse con la institución y trabajar en equipo;todo forma parte de una visión y actividad de la enseñanza en el ámbito universitario.
Como tal, estas competencias docentes son fruto de una concepción pedagógica que las sustenta y que el docente las asume y ejecuta en su actividad diaria, por tanto, indagar el estado en que se encuentra la formación pedagógica del docente universitario dominicano se manifiesta como un camino inexcusable para comprender el estado en torno a esta dimensión de su actividad.
Además de la necesidad de actualización académica, el dominio de los contenidos propios de una asignatura, el dominio científico, lo relacionado con los procesos de investigación científica, el planeamiento y el manejo de los componentes personales y no personales del proceso enseñanza-aprendizaje, esto es, el saber pedagógico como competencia básica para la acción docente, se manifiestan como un punto de inflexión dada su carencia en la formación del docente en República Dominicana. Existe, pues, un ángulo de atención pedagógica en la capacitación y actualización del docente universitario dominicano en la actualidad.

Visto así, este tema es crucial no sólo porque sea una dimensión ineludible para quien desarrolla actividades de enseñanza, sino porque su carencia compromete los estándaresde calidad del sistema universitario en su totalidad. Por tanto, frente a esta situación se abre una serie de interrogantes que el sistema en general y el propio docente en particular debe atender con la finalidad de superar este estado.
Obligados por este panorama se debe asumir que junto a la pérdida de prestigio de la condición de profesor universitario, las condiciones salariales, las carencias en términos de aulas, equipos, materiales, etcétera en que desarrolla su labor el docente universitario, las deficiencias de los propios centros de educación superior que frente a la demanda improvisan a los docentes, muchas veces contratando a sus propios egresados recién graduados, las deficiencias del currículo de muchas de las carreras universitarias hay que sumar la carencia, casi generalizada, de una formación teórico-pedagógica sólida en el docente de la Educación Superior Dominicana en la actualidad. Este nuevo factor, así como los anteriores, condicionan la baja formación profesional del egresado universitario.
Por tanto, la carencia pedagógica del docente universitario, lejos de solaparla tomándola como insignificante, tiene que ser encarada de manera decisiva en su formación, especialmente a nivel de postgrado, por el propio sistema en general, mejorando los programas de ayudas para su perfeccionamiento, de mano de la universidad, evaluando aquella competencia como requisito de contrato; pero, sobre todo, debe formar parte de la renovada visión de actividad docente universitaria que el profesor dominicano está en condiciones –y en el deber- de asumir como parte de su identidad y así superar el estigma presente, que arrastra desde hace tiempo, sobre esta dimensión de su propia actividad profesional.
Por: Dra. Lily Rodríguez

Fuente: La Información Digital